domingo, 14 de agosto de 2016

Marañas a la deriva

Hay una maraña indescifrable. Cada día arroja una certeza que al siguiente vuelve a devorar en sus entrañas, negándola. Qué hay de cierto. Qué hay de cierto si nada permanece, si hasta los muros de hormigón acaban sumidos en los lodos de los confines temporales de las civilizaciones, de la causalidad. 



Creo que las normas, los principios, la sagrada moral, son tan relativos como las perspectivas y tan inestables como lo es el tiempo. Son como un teatro en el que aceptamos participar, para aferrarnos a algo sólido que nos prometa seguridad y calor, aunque sea una rama que flota a la deriva. Para mí no hay nada claro, ya no sé si el camino es hacia la derecha, izquierda o las dos a la vez. Si debo llegar a algún sitio, si tengo prisa o si esperamos a algo. O a alguien.

Ante el atisbo de descubrir lo perdidos que estamos, hemos aprendido que si cerramos los ojos no tenemos miedo. Si cerramos los ojos no hay mar, no hay inmensidad en la que se pierdan nuestras referencias, que nos convierta en máscaras sin rostro, que enmudezca nuestra voz y difumine nuestros objetivos. Si cerramos los ojos somos alguien, no hay maraña. Abrazamos a esa rama, a ese origen en movimiento que permanece fijo en nuestra mente si tenemos fe, y entonces nos sentimos seguros. Flotamos acunados en la ignorancia de nuestros ojos fuertemente cerrados.

Tal vez a esto se juegue aprendiendo a navegar sin rumbo, apretando lo que tienes más cerca contra tu pecho y dejándote llevar. Soltando el timón. Al fin y al cabo, tampoco sabemos adónde vamos, o al menos yo no lo sé. Lo que sí sé es que en este mar, las decisiones, los sentimientos, o brotan de dentro o se irán con la corriente al igual que vinieron. También sé que hay que dejarles la puerta abierta a nuestros huéspedes porque no se quedarán para siempre. Cada uno tiene su deriva, su rumbo sin rumbo. Nuestro único refugio yace dentro de uno mismo.

Recuerda, ten fe, cierra los ojos, apriétalo contra tu pecho. Si crees que no hay maraña, no hay maraña.