El tiempo pasa y las heridas se cierran. Ni los buenos ni los malos son
inmunes, aunque un día habría jurado que este dolor no me iba a abandonar, al
igual que nos lo juramos tú y yo. Tal vez sea que por muy listo o muy tonto que
seas no basta con convencerse, con razonarlo todo y dibujarte tu esquema. Hazte
una ecuación si quieres, que solo el tiempo te va a curar.
Yo lo veo como una losa enorme que cae al mar. No va a llegar al fondo
en un instante, el corazón es más denso que el aire, el rozamiento es mayor, al
igual que lo fue el mío con tus vaqueros. Dale tiempo, relájate y déjate
llevar, pues eso vale hasta para cuando me vas a doler. Pero sobre todo, ten
claro que el “nunca” es un “para siempre” pero al revés. Hay oasis en el tiempo
pero tú no puedes permitirte contar con ellos.
Es cierto que ni yo misma sé quién era antes de ti. Hemos aprendido
tantas cosas que ya no somos nosotras. Y ahora te vas, pero me dejas con mis
mejoras, con mi versión 2.0, pero con tu firma en cada una de mis piezas.
Mi consejo es que vengas a por mí, pero sabemos que tú no quieres y que
yo no debo ser tan idiota. Así que reencuéntrate contigo, mímate más que una
madre, que una abuela incluso. Bésate cada vez que veas tu reflejo, ponte guapa
para tus citas contigo. Respírate cuando te acuerdes del dolor, a ti y a todas
las sonrisas que veas. Y no te olvides de que merecemos la pena más hoy que
antes de conocernos, que somos 2.0, mi niña.
Recuerda, háztelo todo lento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario