lunes, 17 de agosto de 2015

28-5-15

Y qué hay sobre la historia de cómo me rompió el corazón. Esa que no puede contarse sin antes hablar de los relatos de tiempos fantásticos, del amor y el éxtasis en que la pasión explota. Pues yo voy a saltarme el orden, porque estos casos son más urgentes, necesitan más ser expresados que los otros.

Lo que quiero decir, es que ni yo misma sé cómo, pero he llegado a ese momento en el que una no puede moverse, ni hacia delante ni hacia atrás, a pesar de invertir todas sus fuerzas en mover la pared que tiene delante. En soledad en La Ciudad De La Gente, en Madrid, viviendo bajo el título de la juventud emprendedora, loca e inolvidablemente feliz. Pero ese título es una mentira, en mi caso. Ha llegado el momento en el que tengo dos caras, una para el que pregunta y la otra para mí misma, que soy quien tiene la verdadera respuesta. Aunque, el ojo y el oído son sabios, y es inevitable que una se asome de vez en cuando en la otra, incluso la exterior invade a veces a la interior, queriendo cambiarle su verdad.

Tenía un apoyo que no sé si aún tengo, una de esas personas que están, pero que están siempre, aunque no las veas, porque son una parte de ti. Ella, de quien me enamoré perdidamente. Ciega de amor. Renuncié a cosas que no supe lo que valían hasta ahora, varios años después, que aún pago seriamente su factura. Si alguien puede darlo todo de sí mismo, yo lo hice. El corazón, entero, arrancado de mi pecho, la pasión, el esfuerzo, el sufrimiento prolongado, todo mi tiempo, todos mis pensamientos, todas mis lágrimas, todo mi apoyo, todas mis carcajadas, todos mis besos…

Y es hoy cuando parece que todo ese tiempo intermedio se borró, que le quitaron la trama a la historia y nos quedamos con un principio y un final extraños e ininteligibles.

Y como digo, aquí estoy rodeada de gente, de extraños, más sola que nunca. Comiéndome mis 20 años y rezando para no vomitarlos. Cambié de vida, de ciudad, de todo por una oportunidad, por pelear por eso que creía que me correspondía, por ser feliz y huir del nudo que se había hecho mi presente en mi ciudad natal. Y lo he hecho con todas mis fuerzas, como con todos mis grandes objetivos. Al principio parecía que casi todo iba como debía, y digo casi, porque el único problema era ella. Se me dibuja una sonrisa al pensar que, efectivamente, por quién o por qué iba a ser si no.


No hay comentarios:

Publicar un comentario