Y qué hay sobre la historia de cómo me rompió el corazón.
Esa que no puede contarse sin antes hablar de los relatos de tiempos
fantásticos, del amor y el éxtasis en que la pasión explota. Pues yo voy a
saltarme el orden, porque estos casos son más urgentes, necesitan más ser
expresados que los otros.
Lo que quiero decir, es que ni yo misma sé cómo, pero he
llegado a ese momento en el que una no puede moverse, ni hacia delante ni hacia
atrás, a pesar de invertir todas sus fuerzas en mover la pared que tiene
delante. En soledad en La Ciudad De La Gente, en Madrid, viviendo bajo el título de la
juventud emprendedora, loca e inolvidablemente feliz. Pero ese título es una
mentira, en mi caso. Ha llegado el momento en el que tengo dos caras, una para
el que pregunta y la otra para mí misma, que soy quien tiene la verdadera
respuesta. Aunque, el ojo y el oído son sabios, y es inevitable que una se
asome de vez en cuando en la otra, incluso la exterior invade a veces a la
interior, queriendo cambiarle su verdad.
Tenía un apoyo que no sé si aún tengo, una de esas personas
que están, pero que están siempre, aunque no las veas, porque son una parte
de ti. Ella, de quien me enamoré perdidamente. Ciega de amor. Renuncié a cosas
que no supe lo que valían hasta ahora, varios años después, que aún pago
seriamente su factura. Si
alguien puede darlo todo de sí mismo, yo lo hice. El corazón, entero, arrancado
de mi pecho, la pasión, el esfuerzo, el sufrimiento prolongado, todo mi tiempo, todos mis pensamientos, todas mis lágrimas, todo mi apoyo, todas mis carcajadas, todos mis besos…
Y es hoy cuando parece que todo ese tiempo intermedio se
borró, que le quitaron la trama a la historia y nos quedamos con un principio y
un final extraños e ininteligibles.
Y como digo, aquí estoy rodeada de gente, de extraños, más
sola que nunca. Comiéndome mis 20 años y rezando para no vomitarlos. Cambié de vida, de ciudad, de todo por una oportunidad, por
pelear por eso que creía que me correspondía, por ser feliz y huir del nudo que
se había hecho mi presente en mi ciudad natal. Y lo he hecho con todas mis
fuerzas, como con todos mis grandes objetivos. Al principio parecía que casi todo iba
como debía, y digo casi, porque el único problema era ella. Se me dibuja una
sonrisa al pensar que, efectivamente, por quién o por qué iba a ser si no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario