domingo, 30 de agosto de 2015

Quietud

18-08-2015

Me he dado cuenta de que de tanto perderme en tus ojos me olvidé del mundo por unos años. El reencuentro ha sido agradable. Caminando desde la estación a mi casa he visto los helechos iluminados por el atardecer a los lados de la carretera, las nubes cortadas por las catenarias de las vías, la luz de las farolas sobre la acera, un gato que me mira desde una ventana, el número del kilómetro de la vía 517-6. Por supuesto, tenía que ser el seis, cuál si no. Si es que, si no es cierto que el universo conspira a veces a nuestro favor, habría jurado que algo a mi alrededor me gritaba que el destino existe. Disfruto de la quietud del mundo, como antes. Pero antes de antes.



Los días son más largos y cada detalle del mundo me reconforta. Desayunar en el jardín con mi taza sobre la madera, con mi avellano mecido por el viento, los pájaros matutinos, las nubes viajantes, una hormiga de ruta por mis dedos...No necesito tanto al amor. No necesito tanto a los demás si tengo al mundo, si a quien amo es al mundo entero que no deja de inspirarme. Aunque igual no es que sea el mundo y es que es mi tierra. La Tierruca. Si tuviera piernas diría que pretende seducirme. Un día tú también formaste parte de él, del mundo, hasta que te sublevaste por guapa, y a mí los revolucionarios siempre me han vuelto loca.

Me llena la música más lenta, esa que antes parecía un error en el modo aleatorio del reproductor. Si contemplar el mundo me es más que suficiente, la vida con banda sonora, por inactiva que sea, suena mejor. La música de radio a veces se busca pero otras contamina. Dame paz, que ya has sido muy guerrera, mi capitana.

Cuando le das importancia a cada una de las cosas que descansan en tu campo de visión, a cada uno de los sonidos que viajan por el aire, te das cuenta de lo sobreestimulados están nuestros sentidos. Ya no nos detenemos a desentrañar la esencia de las cosas, escogemos aquello que nos invada, que nos tire del brazo, que se nos meta por los ojos sin abrirle la puerta, que nos esnife a nosotros y no al revés, que nos meta mano sin darle permiso. Estamos contaminados, de ideas y de cosas, de sentimientos y de movimiento. Viva la simplicidad, vivan la ausencia y la quietud.

Denme una habitación vacía y una sola cosa, que si no me pierdo. Pero no me den una persona, que no hay muros y no puedo esconderme de mí.

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