miércoles, 19 de agosto de 2015

29-5-15 7:49

No puedo dormir. Desde que vine aquí, todo lo que me rodea me recuerda a ella. Nuestras fotos en mi habitación me miran, de una en una, clavándome algo en el alma, haciéndome imaginármela con ella, disfrutando, con una nueva ilusión aparte de mí. La calle me recuerda a ella, a todos los años que hemos paseado jutas por todos los rincones de la ciudad. Mi casa, mis cosas, todo lo que ella me regaló. Hasta yo misma me recuerdo a ella. Y es que era algo tan intenso que su recuerdo está irremediablemente en todos sitios. Y ahora todo eso se vuelve contra mí. Todo lo que me recuerda a ella hoy me hace sufrir. Tal vez no debí dejar nunca que llegase tan sumamente hondo, reservarme un resquicio de mi alma para mí, un pequeño rincón en el que poder descansar de todo.  

Probablemente no deba sentirme así. Menos aún cuando yo he defendido tanto la libertad, y la defiendo. Pero, tal vez estos celos inesperados sean una muestra de amor, que brota de lo inconsciente, de lo mucho que la quiero y que la he querido sobre todo. Es como un impulso animal, o no sé si animal, no sé de qué ni para qué, pero no importa. Lo que importa es que lo siento.

Tal vez sea un golpe que no haya llegado en buen momento, tal vez haya sido el gran acto final de la obra macabra que se ha configurado para mí estos últimos tiempos. Ya no lo sé, ya no sé nada, solo me aprieta el dolor del alma. Y es que casi estaba mejor en Madrid, porque ella no estaba. No estaba a unos kilómetros, con la posibilidad de verla siempre abierta y hoy a la vez cerrada, estando sin estar, estando con la otra mientras yo estoy aquí también. Tal vez lo que me joda es que sea “Ella”. Si fuera un hombre creo que para mí sería distinto, incluso creo que si fuera otra mujer que no fuera ella para mí sería mejor.

No sé qué hacer para calmar el dolor. Por una vez en mi vida no sé qué hacer para que mi corazón siga, para que no se arrastre por el mundo. Y es paradójico que sea en esta situación. Con qué rapidez se vuelven en tu contra a veces tus propios principios. Yo que siempre me he partido la cara por defender mi libertad de amar, aunque no la ejerciera, por no limitar la naturalidad de los amores que nacen solos, aunque no le lleguen ni a la suela a otros. Cuántas veces he sido yo la que les ha hecho ver a los demás la solución, la que les ha abrazado con seguridad cuando temblaban. Era yo la que lo veía todo claro, con unos principios de acero.

Ya no entiendo por qué tantos frentes estos últimos años. Por qué yo y por qué esto ahora. ¿Realmente me lo buscado? He llegado a un punto en el que ya acepto todo revés de la vida. Por mucho que te hayas esforzado, por mucho que hayas luchado, alguien pulsa un botón un día y llega un frente nuevo contra el que armarse. Ya tan siquiera me indigna esa injusticia, ya me parece lógica, me parece que es como tiene que ser, a pesar de que yo no lo merezca. O igual tiene todo que ver con ella, no es que quiera culparle, pero tal vez todo esté relacionado de algún modo, en algún lugar que yo no entiendo. Porque hoy ya no entiendo nada, ya solo duele.

Esperaba que dormir me aliviase, me hiciese despertar más fuerte. Sin embargo, me he despertado a las 6, con la cabeza llena de nudos, de bucles de imágenes repetitivas, con melodías que me hacen cantar su letra en mi mente una y otra vez, canciones que me hablan de ella, mezclando varias partes de mi vida, haciéndome vivir el mismo episodio minuto tras minuto con el mismo sufrimiento y sin poder despertarme. Con ansiedad. Sin poder llorar. Es solo cuando me despierto cuando puedo hacerlo, aunque me duela existir. Dormir duele más.

Y no sé qué es lo que quiero ahora. Si debo verla o no verla. Si quiero dejarla a parte o quiero estar con ella. Y, ¿qué necesito? Tal vez este punto sea el más importante en mi situación. Todo esto me recuerda a una canción a la que siempre acudo, cuando el presente acusa y no tengo a esa familia que mima tus restos cuando llegas derrotada, disimulando las lágrimas en la lluvia que te ha calado desde la estación de tren a casa. Apareces con las mejillas y los nudillos helados, el pelo pegado en la frente, y esa ausencia tan profunda en la mirada: 

“When you try your best but you don't succeed. When you get what you want but not what you need. When you feel so tired but you can't sleep. Stuck in reverse.                                                                                                   
When the tears come streaming down your face. When you lose something you can't replace. When you love someone but it goes to waste. Could it be worse? 

Lights will guide you home. And ignite your bones. I will try to fix you.”


"...but if you never try you will never know just what you are worth."

Necesito que alguien me saque de esto, como siempre hago yo. Pero quién, dónde y por qué. Yo no lo sé, pero le ruego que venga y lo haga. Ya. 


              




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